La vida de Wifredo Lam
Wifredo Lam es reconocido una figura pionera del modernismo por su obra innovadora y transnacional, que cuestionó y amplió las fronteras del arte moderno. Nutriéndose de su herencia multicultural cubana y de las experiencias vividas entre Europa y las Américas, Lam creó un lenguaje visual híbrido y singular, dando forma a una obra única, compleja y profundamente poética.
Su arte supo anticipar y participar activamente en el amplio proyecto de descolonización de la cultura, un compromiso que él mismo expresó con claridad al afirmar:
“Mi arte es un acto de descolonización.”
1902 – 1923
Cuba – Complejo mestizaje y sensibilidad al arte
La infancia en Sagua la Grande (1902-1916)
Situación familiar (1902)
Wifredo Lam nace el 8 de diciembre de 1902 en Sagua la Grande, un centro azucarero situado en la costa norte de Cuba, el año de la proclamación de la república, después de más de tres siglos de dominación española. Hijo menor de una familia de ocho niños, es bautizado Wilfredo (1) Oscar de la Concepción Lam y Castilla. Su madre, Ana Serafina Castilla, nacida en 1862 en Sancti Spiritus, fue una mulata descendiente de negros deportados de África y de españoles. Su padre, Enrique Lam-Yam, fue chino originario de Cantón, nacido en los años 1820. No se sabe a ciencia cierta si dejo China para trabajar en California y en América central, antes de llegar a Cuba entre 1872 y 1880, o si dejo China con su hermano Ciu, en 1860, después de la rebelión de Taï-Ping, para instalarse en Cuba, en la modesta aldea de Sagua, donde tenía una tienda (carpintería). Era un hombre letrado que dominaba varios dialectos chinos y la caligrafía. A veces, se ejercía como escritor público para sus compatriotas.
Naturaleza resplandeciente poblada de espíritus (1903-1908)
El niño crece en una familia modesta y respetuosa de la independencia y de la libertad, en una época poco favorable para los negros y mulatos. Crece en medio de un « océano de caña de azúcar », de campos fértiles a perder de vista, bordeados por grandes palmares. En esta tierra crece una diversidad de especies vegetales entre las más ricas del mundo. « Cuando yo era pequeñito, vivía rodeado de mi pequeña selva », dirá Wifredo, una naturaleza frondosa y coloreada que atrae su mirada. Aunque inscrito en la escuela pública del barrio de Cocosolo, es elevado en el sincretismo religioso predominante en la isla, compartido entre la religión católica a la cual pertenece su madre, el culto de los ancestros practicado por su padre en forma de ofrendas y las tradiciones africanas, vinculadas a la magia negra practicada por su madrina, Antonica Wilson, una sacerdotisa muy famosa de la santería, quien lo familiariza con en el culto y su simbolismo. Ella le cuenta historias notables, pues la santería posee un corpus mítico muy rico que hace intervenir a divinidades antropomórficas (orishas).
Aunque su padre, un hombre sabio y muy secreto que sostuvo el partido reformador de Sun Yat-Sen, líder de la democracia, cuenta a veces episodios dramáticos de Asia, tomando lugar en grandiosos paisajes siberianos, mongoles o tártaros, son los cuentos de su madre que lo marcaron más. Y en particular la historia de su ancestro, José Castilla, un mestizo convertido y libre a quién le habían cortado la mano para haberse vengado de un español deshonesto; de donde su sobrenombre de « Mano Cortada ». El niño dice haber heredado muy temprano de la rebelión de este fugitivo, lo que lo convertirá en un contestatario. Por otra parte, Antonica Wilson deseaba ver a su ahijado tomar su sucesión y volverlo babalao, palabra yoruba que significa « padre del secreto » (adivinador, intérprete de los oráculos y de los signos). Pero éste se niega a atravesar la etapa de la iniciación. No obstante, su madrina lo pone bajo la protección de los dioses y lo dedica a Chango, dueño del trueno, y a Yemaya, diosa del mar.
Dibujante en ciernes (1909-1914)
Es a la edad de siete años que nace su vocación de artista, a pesar que el entorno cultural apenas era desarrollado en Sagua, donde solo podía ver los cuadros religiosos mediocres que decoran la iglesia, el teatro chino tradicional y el nuevo año donde lo llevaba su padre, las caligrafías de ideogramas realizadas por su padre o las estatuillas africanas que llenaban la casa de su madrina – objetos ceremoniales, mucho tiempo prohibidos por el sistema esclavista. Son así diferentes universos llenos de imágenes que él descubre a la misma vez. Se apasiona por el dibujo (paisajes y retratos); se interesa desde muy temprano por los libros de arte que reproducen, en negro y blanco, las obras de Vinci, Velázquez, Goya pero también de Gauguin o Delacroix. Es, para él, como una puerta abierta sobre Europa. Se promete ver un día los originales al Louvre o en el Prado.
La Habana 1916 – 1923
Llegada a la ciudad luz (1916)
Wifredo es enviado a La Habana en 1916, donde descubre una ciudad inmensa y siempre en ebullición, una ciudad bañada por una luz propia, densa y ligera a la vez. Sus padres querían que estudiara derecho, mientras que el joven pensaba ya dedicarse al arte. En su primera visita al museo de Bellas Artes, creado en 1913, descubre entre su colección los artistas españoles e hispano-cubanos – « un poco provinciales » –, unos objetos de arte griego, egipcio y romano. Recorre el jardín botánico, fundado justo cien años antes, para dibujar la flora tropical, estando fascinado por la frondosidad de sus hojas y de sus frutos, por los colores vivos de sus flores. Recorre también las librerías en busca de las últimas novedades..
Aprendizaje académico (1918 – 1920)
Entra en la Escuela Profesional de Pintura y Escultura de San Alejandro en 1918. Proyecta primero seguir una formación de escultor, pero encuentra el trabajo de la piedra físicamente difícil. Se gira entonces hacia la pintura y se hace alumno de los profesores Leopoldo Romañach y Armando G. Menocal. A pesar de ejercicios a veces engorrosos, prefiriendo los bodegones a las copias de los moldes, prosigue sus estudios con asiduidad para dominar el arte del retrato. « Había en lo que hacía, cuando joven, un lado Chardin. Por lo que me acuerdo, los cuadros que intentaba hacer nunca eran brutales. Usted ve: nunca eran «españoles» (negro, verde, morado) sino refinados al contrario (en la medida de lo posible). Hay, en mí, una herencia china y una herencia cubana. Todo esto fue muy importante. Olvido otro hecho: la influencia francesa, resentida muy joven. ¡Total! Hubo temprano, para mí, en mí, la aparición de un nerviosismo de escritura (que me quedó) y que es opuesta a la brutalidad «española».»
Primeros reconocimientos (1920 – 1923)
En junio de 1920, Wifredo deviene miembro de la Asociación de los pintores y de los escultores de La Habana. Tres años después, Lam expone sus primeras telas en el Salón de las Bellas Artes de La Habana. Luego es invitado a presentar sus obras en Sagua la Grande. Dos manifestaciones que le valen cierto éxito ya que el Ayuntamiento de su ciudad natal le propone una beca con el fin de perseguir su aprendizaje en Europa y que el director del Museo Nacional de La Habana, Antonio Rodríguez Morey, le da una carta de recomendación que le permitirá entrar en la alta sociedad de Madrid.
Anne Egger
(Traducíon Peggy Bonnet Vergara)
(1) Perdió su « l » después de un error administrativo hecho en medio de los años 1920 y el pintor, que tomó bien el asunto, comenzó a firmar sus obras con este nuevo nombre.
1923 – 1938
España - Los años españoles
Descubrimiento del Viejo Mundo y aprendizaje junto a los maestros (1923-1935)
Wifredo llega a España a finales de 1923, apenas veinte años después de este país perdiera Cuba, su última colonia. Gana Madrid dónde conoce a Fernando Rodríguez Muñoz, estudiante en medicina, muy culto y un poco bohemio, quién le presenta dos amigos aficionados a la pintura, Baldomero y Faustino Cordón que se destina a la biología. Un primer grupo de amigos. Wifredo se presenta a Fernando Álvarez de Sotomayor, director del Prado, con su carta de recomendación. Este último, retratista funcionario de descendencia noble y profesor, lo invita a acudir a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando donde enseña. Sin embargo, el clima artístico de Madrid, dominado por el academicismo, sorprende al joven hombre venido para descubrir la modernidad. Así, se dirige hacia los grandes maestros del Prado: los retratos amanerados del Greco o de Velázquez, las escenas mitológicas de Poussin, los « horrores de la guerra » de Goya – « visiones de crímenes como espectáculos de injusticia de delincuencia militar », diría Wifredo –, la crítica de las injusticias de Brueghel en El Triunfo de la Muerte, las criaturas híbridas del Jardín de las delicias de Bosch, las obras grabadas de Durero, testigo de la angustia de su época y de sus supersticiones. Se siente más cercano de estos artistas rebeldes que pintan discursos contra la tiranía. Los copia y envía sus lienzos a Sagua para justificar su beca. En el Museo arqueológico, también fue muy conmovido por el descubrimiento del arte prehistórico. Cada día, saliendo de San Fernando, acude al pasaje del Alhambra para seguir una formación abierta a todas las tendencias, la Escuela Libre de Paisaje fundada por Julio Moisés, con la ayuda de los pintores anticonformistas (Benjamín Palencia, Francisco Bores, José Moreno Villa, Salvador Dalí).
Cuando pierde su beca, con el acceso al poder del general Machado en Cuba, Wifredo conoce grandes dificultades financieras. Ofrece sus servicios de retratista, bastante clásico, en las esferas aristocráticas que le abre Sotomayor. Durante el verano de 1925, es invitado a Cuenca en la familia de su amigo Muñoz. Recorriendo esta pequeña ciudad medieval posada en un espolón, en el sudeste de Madrid, se emociona por la aridez de los paisajes y la pobreza de los campesinos, tan desheredados como en su isla, que le inspiran varias telas. Se queda varios meses en Cuenca con un amigo retratista catalán, Jaume Serra Aleu. Se instalan en un pequeño local del centro de la ciudad y se une a los artistas y los intelectuales locales (Compans, Marco Pérez, Fausta Culebras, Zomeno, Eduardo de la Rica, Vázquez Díaz, Serra Abreu, Rusinol) que se reúnen al Hotel Iberia o a la librería Escobar. Es una primera experiencia de vida en comunidad que seduce al joven cubano. A su contacto, las nuevas influencias salen a la luz: los simbolistas catalanes (Herman Anglada Camarasa – uno de los intérpretes mayores del neo regionalismo andaluz – y Néstor), luego el arte de Cézanne.
De regreso a Madrid, descubre la existencia de la Escuela de Vallecas que quiere revalorizar el paisaje español. Sus fundadores, Benjamín Palencia y Alberto Sánchez, son reunidos por Canaja y Maruja Mallo y sostenidos por Manuel Ángel Ortiz y Guillermo de la Serna. Durante el verano de 1927 pasado en la región de Cuenca, Lam pinta numerosos paisajes y casas en este estilo. Poco tiempo después, oye las vanguardias madrileñas hablar abiertamente del surrealismo, un movimiento creado en París cuatro años antes. El pintor Benjamín Palencia, quien regresa de París dónde encontró a Picasso, Braque y Matisse, es el primero que expone telas de inspiración surrealista. Otros pintores son rápidamente tentados por esta vía como José de Togores y José Moreno Villa. Teniendo siempre curiosidad por las últimas novedades, Lam se ejercita en el automatismo gráfico. Es también en aquella época que descubre, por primera vez, durante una exposición en el museo arqueológico de Madrid, máscaras y esculturas de Guinea y del Congo. En el Jardín botánico de Madrid se organizó, en 1929, una gran exposición de pintores españoles residiendo en París; entre ellos los escultores Apeles Fenosa y Pablo Gargallo y los pintores Juan Gris, Manuel Ángel Ortiz, Pablo Picasso y Pedro Pruna. El cubano queda particularmente impresionado por la energía que desprenden las obras de Picasso. Es, según él, una revelación a la vez pictórica y política. En lo adelante, Lam desea hacer una pintura que sea también « una propuesta general democrática [] para todos los hombres ». Una declaración que tiene que ver sin duda con las noticias alarmantes que llegan de Cuba (la posición social explosiva, la dictadura de Machado) que inquietan al pintor. Desde esta época, se despierta la conciencia política del joven al lado de su amigo Muñoz y Cordón que lo inician al marxismo. También frecuenta a jóvenes pintores latinoamericanos adherentes a la Federación universitaria hispanoamericana quienes se reúnen cada domingo. Wifredo se casa con Eva Piriz que encontró dos años antes.
Crisis económica, política y familiar (1930 – 1933)
La crisis económica toca España de frente, afectando seriamente la situación financiera del pintor. A pesar de una gran pobreza, la pareja acoge con alegría el nacimiento de un hijo, bautizado Wilfredo Víctor. En esta nueva vida familiar, el pintor se realiza, quedando abierto al mundo del arte. El Salón de Otoño presenta obras simbolistas y surrealistas de Ángeles Santos que pueden haberlo inspirado. Pero esta felicidad será breve. Eva y el niño sucumben a la tuberculosis en 1931. Esta doble pérdida sume a Wifredo en la desesperación. Lam habla de « asco », de « rebelión », de « abandono ». Proyecta un momento volver a encontrar a su familia en Cuba, pero no es el buen momento de ir allá: la política represiva de Machado reinaba sobre la isla mientras que España estaba en marcha hacia la república después de la caída de la monarquía. Sólo el apoyo constante de sus amigos Faustino Cordón y Anselmo Carretero, ingeniero de formación, le permite resistir; estos le encargan retratos para que pudiera comer por lo menos. Crea poco, pero lee mucho. En particular libros históricos o etnográficos sobre África y la esclavitud. Durante el verano de 1931, se va con Anselmo Carretero a León; región montañosa en el noroeste de España, donde frecuenta un pequeño grupo de artistas locales. Allí, se siente mejor. Sus grandes descubrimientos en esa época fueron el cubismo latente de Cézanne, el primitivismo exótico de Gauguin o la naturaleza impresionista de Franz Marc…
En Madrid, Lam y Faustino Cordón frecuentan el café de la Gran Vía donde se encuentran los intelectuales favorables a la república pero inquietos por el aumento de la oposición conservadora, como por el aumento del fascismo en Europa: Juli Ramis (pintor con quien compartirá un taller), los escritores Azorín (José Martínez Ruiz) y Ramón del Valle-Inclán, los poetas Federico García Lorca y Jorge Guillén, el pintor cubano Mario Carreño, el periodista y poeta guatemalteco Miguel Ángel Asturias, apasionado de las tradiciones precolombinas. Estos encuentros fructuosos reaniman el entusiasmo de Wifredo. A pesar de las cartas recibidas de Cuba. Noticias corroboradas por los recientes exiliados cubanos que demuestran el aumento de la violencia del gobierno Machado (asesinatos, torturas, prisiones, presidios) y organización de redes de resistencia y de campañas de información contra el dictador. El pintor es afectado cada vez más por los asuntos del mundo que parece voltear a partir de 1933. Asuntos que obligan a informarse, a situarse y a actuar: Hitler, nombrado canciller del Reich, instituye las primeras leyes antisemitas; la rebelión del pueblo cubano derriba Machado y fuerza al « Mussolini tropical » a huir a las Bahamas pero el golpe de Estado militar de Batista restablece la dictadura un mes después; en España, las elecciones vuelven a poner la derecha al poder por tres años, una derecha que se radicaliza.
Lam se compromete definitivamente a la izquierda, políticamente atado al marxismo pero sin ningún dogmatismo. Participa a la primera exposición de arte revolucionario – y antifascista – en el Ateneo. Entra en contacto con diferentes grupos que combaten las dictaduras imperialistas: la Asociación general de los estudiantes latinoamericanos (AGELA), la Organización antifascista, la Federación universitaria española o el Comité de los Jóvenes Revolucionares Cubanos entre los cuales forma parte su compatriota en exilio, el pintor autodidacta Carlos Enríquez Gómez, a quien acababa de conocer. También encuentra a Alejo Carpentier, musicólogo y escritor cubano que vive en París desde hace cinco años y que publicó el mismo año Ecue-Yamba-O, una de las primeras novelas afrocubanas. En el museo de Prado, Wifredo conoce a Balbina Barrera, una mujer que, como afición, copia a los grandes maestros y de la cual será muy unido los años siguientes.
Inspiración en crisis 1934 – 1935
Para Wifredo comienza un período de duda que lo impide pintar. Una crisis existencial y artística. En ese período busca refugio en los libros de la literatura clásica española, de la poesía contemporánea – como una antología de la poesía ibérica prologada por Lorca que intenta explicar el secreto del lenguaje de Góngora – pero también en las obras del poeta persa Omar Khayyâm, o del británico pre-romántico William Blake. Devora tanto a Thomas Mann como las novelas rusas del siglo XVIII para acabar por Nicolas Gogol. Lee diferentes libros sobre el materialismo histórico, explorando los escritos revolucionarios de los teóricos rusos y alemanes aconsejados por Fernando Muñoz y Faustino Cordón. Además, estudia libros de arte que tratan de Van Gogh, de Gauguin, de Cézanne, de los expresionistas alemanes, de Franz Marc o de Matisse.
En su modesta habitación madrileña, Lam lucha contra sus dudas. Durante un año, pinta allí la vista de su ventana, probando diferentes experimentos cromáticos, principalmente influidos por Matisse. Pasa el verano de 1935 a Málaga, pequeña ciudad costera andaluza – y ciudad natal de Picasso – con Balbina y sus seis niños. El Museo de Bellas Artes de esta ciudad, fundado en 1923, presentaba entonces colecciones de arte gótico, del renacimiento y barroco, también obras de Ribera y de Pedro Mena. Antes de regresar a Madrid, hace un pequeño rodeo por Granada, sin duda invitado por Lorca, para visitar El Alhambra. En la capital, vuelve a encontrar sus amigos y descubre el primer número de la revista Caballo verde para la poesía fundada por Pablo Neruda y Manuel Altolaguirre.
Combate para la libertad (1936 – 1938)
Mientras que Lam y sus amigos celebran, en febrero de 1936, la victoria del Frente popular y su ola de reformas sociales, la inspiración del pintor sigue en crisis. Pero la pintura se hace para él secundaria cuando ocurre el levantamiento militar antirrepublicano del 18 de julio. Es el principio de la guerra civil. En tres días, un tercio del país es conquistado por los partidarios de Franco, pero Madrid y Barcelona resisten. Mientras que se entera del asesinato de Lorca en Granada o de la revocación de Neruda, otros llegan para sostener a los republicanos, como Carl Einstein quién se reúne con la columna Durutti o Pablo de La Torriente Brau, el corresponsal de guerra cubano, quien morirá en diciembre. Lam y sus amigos se comprometen en la lucha. Como Mario Carreño, Wifredo realiza carteles a la gloria de los republicanos, mandados por el ministerio de la propaganda. Luego participo a la defensa de la ciudad asediada a partir de noviembre. Pero ante todo, hay que fabricar municiones. Su amigo químico Faustino Cordón lo contrata en una fábrica de armamento y le confía un puesto donde el pintor ensambla bombas anti carros.
Después de seis meses de trabajo intensivo, Lam es intoxicado por los productos que manipuló. En marzo de 1937, es enviado de convalecencia al sanatorio de Caldes de Montbui, al norte de Barcelona. En camino a Cataluña, hace una etapa en Valencia dónde encuentra a Pérez Rubio y José Renan. Este último, director de Bellas artes, le encarga un cuadro sobre la guerra con el fin de enviarlo al pabellón español de la Exposición internacional de París. Un encargo que realizará demasiado tarde para ser expuesto: La Guerra civil. Pasa por Barcelona en mayo en el momento en el que los anarquistas del POUM son sacrificados por los representantes del PC.
La libertad de pintar (1938)
Instalado en Caldes, es forzado a un mes de descanso obligatorio. Su única distracción es la lectura (Vida de Leonardo de Vinci por Freud; Rembrandt por E. Ludwig; estudios sobre Matisse o Picasso; Otelo de Shakespeare; obras de Bakounine sobre el materialismo histórico…). Wifredo encuentra al escultor Manuel Martínez Hugué, llamado Manolo, quien le cuenta sus memorias con Picasso, a quién frecuentaba desde 1904 o sus viajes con Braque y Maurice Raynal en Normandía. Manolo era también uno de los descubridores del arte negro y uno de los primeros coleccionistas. El escultor puede hablarle durante horas de la estatuaria africana, de la simplificación de las formas, del ritmo tendido hacia lo esencial, de la expresión de la esencia, de lo irracional… Discusiones extrañas que parecen triunfar sobre los totalitarismos. Es Manolo que lo incita a irse a París para encontrar a Picasso.
A partir de septiembre de 1937, se instala en Barcelona dónde se familiariza con una vida artística mucho más rica que en la capital. Se une a la sección de pintura y de escultura del Ateneo socialista, donde tiene acceso a la biblioteca, a la cafetería y a los modelos vivos para pintar desnudos. Es presentado por Manolo al pintor Jaume Mercadé y al fotógrafo Fritz Falkner, sus nuevos amigos. Es allí dónde Wifredo vuelve a la tarea y rompe definitivamente con el academicismo. « La revolución cambió mi escritura y mi manera de pintar », reconocerá. Tan animado, pinta de nuevo frenéticamente. « Creo que hice en Barcelona unos dos o tres cientos cuadros que no he vuelto a ver porque cuando me fui, los he dejado a un amigo que murió », dirá. Al principio del año 1938, Wifredo encuentra a Helena Holzer, una joven Alemana, doctor en química y directora, desde hace cuatro años, del laboratorio de tuberculosis al hospital de Santa-Colomba. Le es presentada por Fritz Falkner en un café de la plaza Lesseps. Al día siguiente de la gran ofensiva de Franco del 15 de abril, que ya marca el triunfo del fascismo y del catolicismo, Lam decide irse de España…
Anne Egger
(Traducíon Peggy Bonnet Vergara)
1938 – 1941
Encuentros capitales – Francia
Descubrimiento de la libertad plástica en París (1938-1940)
Desembarca en la estación de Orsay, se instala en una buhardilla del Hotel de Suecia, muelle San Miguel, no muy lejos de la Prefectura de policía donde será a menudo convocado como extranjero. Se pasea en París, vuelve a encontrar a sus amigos Mario Carreño, Alejo Carpentier y Pablo Neruda, quien fundó, con César Vallero, el « Grupo hispanoamericano de ayuda a España ». Visita el Louvre, donde se exhibe entonces una exposición de pintura inglesa con telas de Reynolds; luego la Galería de Bellas Artes que presenta algunos impresionistas como Renoir, Cézanne, Van Gogh… Antes de ir al taller de Picasso, calle de los Grands-Augustins, con la carta de Manolo. Lam, a la vez impresionado y fascinado, es recibido con los brazos abiertos porque el « flechazo » es recíproco. Entre ambos hombres que tomaron caminos inversos pero convergentes, combatiendo ambos por la libertad y la creación, nace una amistad sin falla. « Mi encuentro con Picasso y con París produjo sobre mí el efecto de un detonador… ». Picasso, que encarna la audacia, será para Lam un « incitador a la libertad ».
La colección africana que adorna el taller de Picasso lo subyuga. En particular una máscara baoulé (Costa de Marfil): una cabeza redonda con cuernos de antílope y una boca de cocodrilo. Lo que lo atrae hacia Picasso y su pintura es la « presencia del arte y del espíritu africano » que descubre allí. Arte negro dotado de un poder, de una energía; independencia con respecto a la realidad, pero también fascinación por los arquetipos de las civilizaciones antiguas. Delante de las interrogaciones del cubano, Picasso pide a Michel Leiris, un joven poeta hecho etnólogo – antiguo surrealista, amigo del pintor André Masson y del muy incendiario Georges Bataille, cuñado del vendedor de arte Daniel-Henry Kahnweiler – de enseñar el « arte negro » al cubano. El primer jalón del retorno a sus orígenes. La misma tarde, Lam y Picasso van a cenar con Leiris y Dora Maar. Se ven casi diariamente hasta la partida de Picasso por el Sur de Francia. El « primo » cubano es presentado a Henri Matisse, Fernand Léger, Georges Braque, Nusch y Paul Éluard, Tristan Tzara o al crítico de arte catalán Sebastià Gasch.
Michel Leiris es entonces encargado del departamento de África negra en el museo del Hombre. Este hombre de cultura inmensa lo invita en las nuevas salas del museo y en sus reservas, donde se opera la magia de las « artes salvajes »: estatuas africanas, máscaras de Oceanía, tótems australianos, etc. Es también un arte libertado de la dictadura intelectual de la burguesía. Leiris puede haberle presentado algunos investigadores, tal Georges-Henri Rivière, también apasionado de música y pianista de jazz, o Léon Gontran Damas – uno de los padres de la negritud con Césaire y Senghor – que regresó de una misión en Guayana. Leiris lo orienta hacia las galerías especializadas, las grandes exposiciones, las colecciones de Pierre Loeb o de Charles Ratton. Durante el verano, Leiris le presenta a André Masson, que acaba de pasar algunos años en España, a Joan Miró y a otros artistas del movimiento surrealista como Oscar Domínguez o Victor Brauner. En lugar de dejarse agotar por las noticias de Cuba o la situación sensible del período anterior a la guerra después de los acuerdos de Múnich, Lam trabaja como un loco. « Pintaba sin tregua y sin atreverme a mostrar mis cuadros, de modo que mi pequeña habitación de hotel se llenó, no podía moverme y menos pintar », dirá. En el otoño, le es presentado a André Breton y Jacqueline Lamba, a su vuelta de México. Sin duda, su visita al taller de Breton, calle Fontaine, ha sido mágica. Wifredo es seducido por el surrealismo como acceso al inconsciente a través del lenguaje automático. « El surrealismo permite librarse de alienaciones culturales », dice, « de encontrarse si mismo ».
La puerta del surrealismo le está abierta; cruza en el café a Benjamin Péret, que combatió en España en las filas del POUM, y su compañera Remedios Varo, Yves Tanguy, Hans Bellmer, que huyo de la Alemania nazi, Roberto Matta, Wolfgang Paalen y Esteban Francès, Kurt Seligmann… reunidos en la exposición México organizada por Breton en la casa de Charles Ratton con objetos precolombinos. Lam es acogido por hombres que siempre combatieron el racismo, toda forma de discriminación y los abusos de los sistemas coloniales… Un medio intelectual y artístico que tomo consciencia de una identidad oprimida y una llamada a la lucha. Lam encuentra a hermanos, totalmente implicados en una resistencia internacional a todas las formas de fascismo. Su obra se « personaliza » durante la época parisina: pinta figuras frontales e hieráticas, despojadas y monumentales; maternidades (trágicas) representando figuras totémicas. Esta simplificación de formas, comenzada antes en España, posee algunas afinidades con la obra de Picasso. « Nuestras interpretaciones plásticas se encuentran », explica Wifredo que habla entonces de « saturación de mente »… Se libera. Máscaras surgen en sus telas. La pintura se revela ser un medio de expresión que le permite contar su estado de alma, el dolor de la pérdida en sus personajes aislados, esquemáticos, mudos, demacrados, austeros y sufriendo… El cubano es un ateo fascinado por el arte mágico o la magia animista.
Se entera de la caída de Barcelona, el 26 de enero de 1939, anunciando el fin de la República. Entre los 500 000 refugiados en Francia, se encuentra por casualidad con Helena Holzer que ganó París. Breton lo presenta al muy erudito Pierre Mabille, a la vez cirujano y etnólogo. En el encuentro al Deux-Magots, Mabille queda impresionado por la reserva del cubano que disimula una profunda cultura filosófica y artística. Encuentra sus dibujos elegantes y de una « libertad sorprendente ». Igual que Christian Zervos, editor de los Cuadernos de arte, y que el dueño de galería Pierre Loeb, quién firma inmediatamente un contrato con Lam y decide exponerlo. Este nuevo entorno fraternal estimula al pintor que vacilará mucho tiempo en mostrar sus telas a Picasso. « Jamás olvidaré este momento. Lo guardo grabado en mi corazón y en mi espíritu y me lo rememoro sin cesar, como los grandes cuadros y los libros que hicieron al hombre que soy. » Picasso « manifestó su aprobación poniendo su mano y su brazo quedados libres sobre mi hombro. Entonces lo oí decir: – Jamás me equivoqué contigo. Eres pintor ». Picasso encontró, para él, un taller en el XV° distrito, calle Armand-Moisant, cerca de Montparnasse. Allí, Lam trabaja mucho, con una espontaneidad más grande. Y recibe a mucha gente como Carl Einstein, Pierre Loeb, Picasso, Dora Maar, Jacqueline Lamba y André Breton. La exposición a la Galería Pierre se realiza en junio-julio de 1939. Es una revelación en los medios parisinos.
Éxodo y creaciones colectivas (1940 – 1941)
Lam continúa a pintar hasta la ofensiva de los alemanes en mayo de 1940. Helena, de nacionalidad germánica, está detenida por los franceses y enviada al campo de Gurs (Pirineos). Cuando el ejército enemigo se dirige hacia la capital a principios de junio, Wifredo, sin embargo destrozado por la idea de irse, sigue los parisinos en el éxodo y se dirige a pies hacia Burdeos. El Armisticio, firmado el 22 de junio por Pétain, lo incita a ganar Marsella dónde se refugiaron centenas de intelectuales hostiles al nazismo, que deseaban marcharse del territorio, y muchos amigos surrealistas. Helena lo encontrará una vez liberada. Esas diferentes personalidades fueron ayudadas por el Emergency Rescue Commitee, dirigido por Varian Fry y Daniel Benedite que le dan a Lam una pequeña ayuda financiera.
Aunque Lam se inquieta por la situación general, obligado de apuntarse cada mañana en la Prefectura, la época no es menos estimulante. « Tuve contactos muy profundos con los surrealistas durante la Ocupación » que formaban a una « familia muy grande, con Breton y Benjamin Péret, Victor Brauner y Domínguez que era español y un gran amigo », Max Ernst, Hérold, Mabille… « Fui impresionado por el lado poético… un gran combate por la creación… trabajamos en grupo durante casi un año. Era la época de los cadáveres exquisitos y de muchas invenciones ». Los amigos se encuentran en la villa Air-Bel o en el café Brûleur de Loups, en el Viejo-Puerto. Crean colectivamente para engañar la espera y la angustia: dibujos, encolados, cadáveres exquisitos, escritura automática, juegos de la verdad, nuevo Juego de Marsella… Discuten y comparten sus lecturas.
Durante el invierno 1940-1941, Lam y Breton aprenden a estimarse. El poeta tiene el don de reconocer una obra en marcha y presiente en Lam el potencial de un universo visionario. Cuando le pide ilustrar su poema Fata Morgana, lleno de memorias mexicanas, Lam cumple la orden y realiza centenas de dibujos con el lápiz y la pluma que anuncian todas las particularidades de su arte a venir. En marzo, seis de sus dibujos acompañan la impresión de cinco ejemplares (ediciones del Sagitario), pero el libro no recibe su visado de censura. Es prohibido porque Breton es sospechado de anarquismo, su obra es tratada de « negación del espíritu de revolución nacional » y su ilustrador encarna a la vez el arte degenerado y la impureza racial… Pero la ida es inminente. Los surrealistas organizan una última exposición-venta de sus obras en el jardín de la villa Air-Bel. Peggy Guggenheim le compra dos aguadas. Lam deja Europa con poco dinero, pero con el aval a la vez de Picasso y de Breton. Bello estímulo para soportar el exilio.« La nao de los locos » bogando hacia el Caribe (1941)
El 25 de marzo de 1941, el pequeño vapor Capitán Paul-Lemerle, zarpa con destino al oeste. A su borde, Wifredo y Helena, André Breton, Jacqueline Lamba y su hija Aube, Victor Serge, un antiguo compañero de Lenin, y su familia, Anna Seghers y otros 350 intelectuales amenazados por el régimen de Vichy o la policía alemana. Una « salida de forzados », tratados de « chusmas » por los « guardias móviles, con casco y metralleta al puño, que encuadraban el muelle », episodio descrito en Tristes Trópicos por uno de su compañero, Claude Lévi-Strauss.
Escala poética en la Martinica

Marsella, primer rango de la izquierda a la derecha: J. Hérold, H. Lam, W. Lam, A. Gómez. Segundo rango: Pino, H. Gómez, la amiga de Pino, J. Breton, A. Breton. Tercer rango: O. Domínguez y su amiga
La acogida en la Martinica, el 24 de abril, es glacial. Estos « fugitivos », según las autoridades de Vichy, son directamente internados al campo del Lazareto durante más de un mes, extranjeros y franceses sospechados de opiniones izquierdistas. Jacqueline, André Breton y Aube salen de allí para vivir en Fort-de-France, dónde se instalaran luego André Masson y su familia, llegados en el barco siguiente. Lam y Helena podían reunirles a veces durante el día. Breton descubre la revista Trópicos y luego sus fundadores: René Ménil, Suzanne y Aimé Césaire… Es un encuentro notable para todos los protagonistas. Breton y Lam consideran al joven poeta martiniqués como el mensajero de los tiempos nuevos; Césaire y Lam se concuerdan en que Breton les « aportó la audacia », ayudándoles a tomar opciones francas, haciéndoles ganar tiempo. El surrealismo les permitió inventar formas de expresión y de representación profundamente ancladas en su patrimonio; un enfoque, desarrollado por la cultura antillana popular y el animismo heredado de África. O como volverse africano vía una técnica occidental. Para Lam, estos encuentros marcan el fin de las vacilaciones. Césaire organiza excursiones en la isla. Lam es fascinado por la vegetación desbordante de vida. « Era su primer encuentro verdadero con la naturaleza tropical », dirá Césaire. Está fascinado por la « belleza salvaje de la isla, sus montañas generosas, ricas de una vegetación variada y frondosa, desbordante de vida, de savia que hincha cada planta, árboles fantásticos y enredados, enmarañados », escribirá Loeb. Allí, « él mismo se reveló. La mirada tropical reemplazó la mirada española. Vio este paisaje. Esto fue un choque profundo. Su pintura cambió. » Si Lam descubre lo imaginario exaltado de Césaire, en cambio Césaire dirá que « Lam es poeta » y que es « un hombre de las Antillas » sobre el punto de volverse a sumergir en su identidad afrocubana. Césaire lo apodará « el gran artista de la pintura neo-africana ». Suzanne y Aimé organizan una lectura que también marca profundamente al pintor cubano… Retorno al país natal, que Césaire compuso en 1938, es un canto que manifiesta la dignidad del negro, afirma su ser y su genio propio, uniendo « el grito más desnudo, más derecho en las entrañas del hombre, la miseria del hombre negro en pleno centro de la magnificencia floral ». Lam se encuentra en éste combate contra la injusticia y el despotismo colonial empezado por Césaire, Senghor y Damas… Lam descubre una hermandad. La revista Trópicos también saluda « el paso de Wifredo Lam, el asombroso pintor negro cubano en quien se encuentra al mismo tiempo la mejor enseñanza de Picasso, las tradiciones asiáticas y africanas, curiosamente y generalmente mezcladas » (n°2, julio de 1941).
Escala en Santo Domingo
El 16 de mayo de 1941, los exiliados se van otra vez. El carguero Presidente Trujillo los lleva en Guadalupe dónde vive Mabille desde hace un año pero quien, perseguido por el poder de Vichy, está a punto de instalarse en Haití. El viaje se prosigue hacia Santo Tomás y Santo Domingo, lugar de escala para obtener visados. Lam encuentra allí a Eugenio Granell, en exilio, el cual entrevista a estos huéspedes de marca – Breton, Victor Serge y Mabille – para el periódico La Nación. Durante las reuniones diarias, otros se les juntan: el pintor español de arte abstracto José Gausach, el retratista austríaco George Hausdorf, el escultor Manolo Pascual, quienes enseñan en la Academia nacional de Bellas artes fundada en 1939, y otros artistas dominicanos como Yoryi Morel (maestro del folclore local), Jaime Colson (que conoció Braque y Picasso en París) o Darío Suro (alumno de Diego Rivera). Antes de que todo el mundo se separe: los Breton y los Masson continúan su viaje hacia Nueva York, pero Lam y Serge, que no obtienen pases para México, se resignan a irse para Cuba. Después de cinco meses de viajes y luego de diecisiete años de ausencia, Wifredo aborda su isla natal en agosto.
Anne Egger
(Traducíon Peggy Bonnet Vergara)
1941 – 1945
Cuba, el exilio forzado al país natal
Regreso a la naturaleza resplandeciente (1941 – 1943)
A su llegada a Cuba, Wifredo vuelve a encontrar a los suyos. Sus hermanas Eloísa, Teresa, Augustina y su madre, Serafina, contenta de ver nuevamente a este hijo pródigo. A pesar de estos reencuentros emocionantes, Wifredo se siente desarraigado. Apenas reconoce su país. La Habana le parece muy singular « con su Capítol blanco, sello de los Estados Unidos, sus bancos, sus palacios, sus lujosas tiendas europeas ». La ciudad es floreciente pero también venal. El clima cultural y artístico le parece deplorable, dominado por el arte académico o folclórico. Encuentra un pasado que consideraba olvidado; logra reconstituir un grupo amistoso compuesto de antiguos compañeros, de amigos de paso y de nuevas amistades. Entre ellos, algunos amigos que llegaron de Europa antes que él como Carlos Enríquez, Mario Carreño, quien enseña entonces en San Alejandro, Nicolás Guillén, Manuel Altolaguirre o Alejo Carpentier, al que va a frecuentar regularmente. En camino hacia México, Remedios Varo y Benjamin Péret hacen escala en el otoño. Wifredo mantiene un contacto epistolar con los demás. Como prometido, Breton defendió la pintura de Lam cerca del galerista Pierre Matisse, en Nueva York, quien le propone un contrato y una exposición para el año siguiente. Debe volver a trabajar. ¿Pero cómo? « Recordaba Europa, entonces invadida por el ejército nazi, con una tristeza muy grande… Para mí, ver Europa había sido todo. Cuando regresé a Cuba, fui asombrado de ver nuevamente la naturaleza, las tradiciones de los negros, la transculturación entre la religión africana y la religión católica. Comencé entonces a crear cuadros ubicados en la vía africana ».(2)
Reencuentra la naturaleza – los paseos de flamboyanes, los campos de caña de azúcar – y luego sus compatriotas. El turismo frívolo de La Habana contrasta con la miseria de los negros en el campo. La discriminación le parece haber aumentado bajo el régimen de Batista: « lo que veía a mi vuelta se parecía al infierno ». « Todo el drama colonial de mi juventud revivía en mí ». Lam se refugia entonces en la pintura, no para huir sino para denunciar y protestar. Como un combatiente aislado, pinta el drama de su país, la causa y el espíritu de los negros, la aspiración a la libertad. Y, para desmarcarse del folclor o de las corrientes pictóricas preconizadas por los partidos políticos, inventa su propio lenguaje. Sobre la tela surgen figuras sur-reales, fantasmales, espectrales, vengadoras, denunciadoras y casi alucinantes, evolucionando en un delirio vegetal donde fauna y flora se entremezclan. Visiones que revelan lo que ha sido esclavizado, escondido lo más profundo posible. Imágenes que el pintor desea « capaces de perturbar el sueño de los explotadores ». Porque, según él, un verdadero cuadro hace « trabajar la imaginación ». Así, gracias a él, África vuelve a penetrar en el Caribe. En febrero de 1942, Wifredo y Helena se instalan en una casa amplia, rodeada de un gran jardín lujurioso. Un espacio que le permite pintar con fervor y preparar la exposición de Nueva York. Pierre Loeb y su familia, también refugiados en la isla hasta el fin de la guerra, están contentos del reencuentro. Descubriendo sus últimos cuadros, Loeb constata que este exilio forzado la va bien finalmente. « Era su suerte, retomar contacto con los Trópicos, los aspira, los penetra. Hace uno con ellos. »
Santería y orishas (1942 – 1943)
Es también un reencuentro con las creencias de su infancia. Lydia Cabrera le es presentada. Es una antropóloga especialista de la cultura afrocubana que recorre la isla para compilar y salvar del olvido las leyendas y las canciones de los negros ancianos. Wifredo y Helena, Alejo y Lilian Carpentier se hacen sus íntimos. Así reanuda con los mitos y los rituales de su madrina Antonica Wilson. Su hermana Eloísa, muy al corriente de los cultos de la santería, permite al grupo asistir a iniciaciones con tambores y a bailes ceremoniales. Mientras que el público se desinteresaba de la cultura negra o la consideraba con desdén, Cabrera, Carpentier y Guillén estaban convencidos que la religión deportada de África era un de los componentes fundadores de la identidad cultural cubana y al origen del « realismo mágico », un concepto creado por Carpentier hacia 1940, que define la especificidad del mundo hispanoamericano y hunde sus raíces en los elementos primitivos, folclóricos y míticos (lo maravilloso que impregna la cultura popular) como en los surrealismos. Lam, sensible a lo maravilloso porque entretiene una relación íntima con el inconsciente, reanuda con la práctica de las adivinaciones y de los magos. Sus figuras se inspiran, en parte, de los orishas (divinidades de la naturaleza de la religión yoruba).
Al mismo tiempo que vuelve a visitar el pasado, Lam se interesa por todas las novedades. Frecuenta al escritor y poeta cubano Virgilio Pinera, director de la revista Poeta en 1942, al poeta cubano José Lezama Lima, fundador de la revista Nadie Parecía en 1941 y luego de la revista Orígenes (1944-1954) con José Rodríguez Feo. También frecuenta a sus amigos José Luis Gómez Wangüermet, Jorge Manach, Gastón Baquero, José Hernández Meneses, Roberto Juan Diago Querol, Manuel Moreno Fraginals. Conoce a Pierre Matisse, cuando viene a buscar él mismo las telas para la exposición, y frecuenta a los artistas extranjeros en exilio como Robert Altmann.
Al final del año, después de múltiples tentativas al guache o al tempera, compone La Jungla, el cuadro más gran que había pintado hasta entonces.
La Jungla escandalosa (1943 – 1945)
La Jungla terminada seduce a sus amigos. Pierre Mabille, de paso en la isla, compara la importancia de esta obra con el descubrimiento de la perspectiva por Paolo Uccello. Es un cuadro « donde la vida estalla por todas partes, libre, peligrosa, dispuesta a todas las mezclas, todas las transmutaciones, todas las posesiones ». Nadie se equivoca sobre la nueva dirección que tomó la obra del pintor: « sueño con el Edén », según Breton; « delirio vegetal », según Leiris; « irrealismo revolucionario », según Fernando Ortiz; « poema bárbaro, monumental, magnífico », escribirá Max-Pol Fouchet. Es un cuadro que describe « la convulsión del hombre y de la tierra ». Más sencillamente, su cuadro entra en resonancia con la poesía de Césaire, quien le pide traducir su Retorno al país natal. Sin embargo, Lam prefiere confiar este trabajo a Lydia Cabrera. Retorno al país natal, con un prefacio de Benjamin Péret y tres dibujos de Lam, fue publicado en La Habana en 1943.
Lam encuentra nuevamente a Mabille, en tránsito entre Haití, dónde el médico apasionado de todas las civilizaciones ha dado cursos de antropología física y de biotipología, y Yucatán, donde fue enviado en misión por el instituto de etnología. Es la ocasión para Lam de iniciarse en las obras herméticas (Paracelso, Martínez de Pasqually, Louis-Claude de Saint-Martin) que el Francés intentó cotejar a los ritos vudús. Mabille y Loeb, ambos apasionados del esoterismo, lo incitan también a estudiar los vínculos entre la religión y el espiritismo en la santería, disciplinas relacionadas con el inconsciente, pero también a confrontar las filosofías occidentales y orientales, las civilizaciones primitivas y la memoria ancestral. En cambio, Wifredo acompaña a Mabille y Loeb a bailes ceremoniales de la santería y ceremonias abakuás; hermandad del siglo XIX fundada por africanos de Nigeria, durante las cuales ellos intentan acotar el lenguaje misterioso de los tam-tames; guiados en este campo por Carpentier, quien en ese entonces escribía una obra sobre instrumentos de música, y por Cabrera, quién también registraba los cantos de los esclavos africanos. De ahí resultan los símbolos ñáñigos que Lam integra en su pintura.
Inspirado y bien rodeado, Wifredo trabaja con empeño. Si La Jungla, expuesta en 1944 en Nueva York, provoco un escándalo, Lam pinta en adelante con libertad absoluta. Cuando la situación política se tranquiliza después de la elección a la presidencia de Ramón Grau San Martin y posiblemente también después de la muerte de su madre, Lam redobla su actividad. Se casa con Helena Holzer, participa a la fundación del comité de los Artistas Plásticos de Ayuda al Pueblo Español con los pintores Ramos Blanco, Carlos Enríquez y René Portocarrero. También se implica en el campo musical al punto de volverse vicepresidente de la Orquesta de música de cámara (orquesta Filarmónica) de La Habana, que acoge al director de orquesta Erich Kleiber y que recibirá pronto al compositor Igor Stravinsky. Mientras tanto, a la Orquesta sinfónica se consagra el gigante ruso del violín, Jascha Heifetz, que Lam encuentra entonces.
Mientras que La Jungla es comprada en 1945 por el MoMA de Nueva York y colgada al lado de una tela no menos prestigiosa: Las Señoritas de Aviñón de Picasso, Sagua la Grande nombra a Wifredo « ciudadano de honor de la ciudad ». Este se desplaza para la ocasión con el fin de hacer descubrir el sitio a Helena. Su actividad pictórica se enriquece de nuevas experiencias: litografías; ilustración del libro de Loeb: Viajes a través de la pintura o de los poemas de Yvan Goll, un poeta en exilio que permaneció en casa de Guillén antes de ganar Nueva York y de encontrarse allá con Breton; realización de las portadas de las revistas Orígenes y View (n°2), un número especial dedicado a la « Tropical Americana », presentado por Paul Bowles que encontró a Lam en Cuba.
En mayo, Pierre Loeb declara en Trópicos, respecto a su amigo: « Lam sabe dibujar y pintar, leyó todo, conoce muy bien la música, es hermano de los poetas modernos más sensibles; […] tiene en sí mismo la magia que se desea, se busca, se implora. »
Anne Egger
(Traducíon Peggy Bonnet Vergara)
(2) Hay que recordar que, durante siglos, el arte africano fue prohibido de reproducción o de representación en las Antillas esclavistas. Así como fue prohibido tejer, forjar o esculpir. Los esclavos, exiliados sin objetos, tenían justo el derecho a cantar, bailar, contar poemas y cuentos…
Viajes y encuentros
Estancia en Haití (1945-1946)
En 1945, Wifredo y Helena son invitados en Haití por Pierre Mabille, entonces nombrado consejero cultural de la Francia libre. Son convidados a la inauguración del Instituto francés de Haití, concebido en 1941 por Jean Price-Mars y por el etnólogo Jacques Roumain, para promover la diversidad cultural. Mabille constituyó una biblioteca donde son consultables los libros de Éluard, Desnos, Aragón, Vercors, Gorki, Neruda, Maiakowski, Lenin, Prévert, Picasso, Métraux, Césaire… Wifredo y Helena llegan a finales de octubre con obras para poder montar una exposición. Son rápidamente reunidos por André Breton, venido para una gira de conferencias, acompañado por su nueva esposa, Elisa Claro. Después de las ceremonias del 7 de diciembre, numerosos artistas y escritores haitianos organizan reuniones, cada viernes en el café de Savoy, durante toda su estancia. En enero de 1946 se inaugura, en Puerto Príncipe, la exposición de las obras de Lam en el Centro de arte, abierto dos años antes por el norteamericano Dewitt Peters. El catálogo es prologado por Breton con « La noche en Haití ». La exposición es un triunfo. Magloire Saint-Aude y Hector Hyppolite son seducidos. Este acontecimiento permite sobre todo el desarrollo de los artistas populares y de los pintores naifes que serán, desde entonces, regularmente acogidos en el Centro.
Vudú y revolución
En el curso de su estancia, Lam se da cuenta a qué punto Cuba y Haití deben llevar el mismo combate. Desde 1945, la esperanza que la caída del fascismo puede conducir a la caída de las dictaduras y de los regímenes autoritarios del continente americano es un pensamiento recurrente. Pero es en Haití dónde ve una insurrección en vivo. El clima de rebelión, latente bajo el régimen dictatorial de Élie Lescot, a sueldo de los Estados Unidos desde 1941, va a encender Puerto Príncipe en el mes de enero. Después de la publicación del discurso de Breton que se opone abiertamente « a todas las formas de imperialismo y de bandolerismo blanco », la revista es confiscada por las autoridades. Los líderes fueron detenidos y perseguidos. Toda la juventud se moviliza alrededor de Gérard Bloncourt, René Depestre, Jacques Stephen Alexis, y manifiesta. El ejército interviene, derrocando el gobierno de Lescot, pero exiliando a los estudiantes revolucionarios. Todo esto desata una campaña de difamación contra Breton, declarado persona non grata, y sobre todo contra Mabille, tratado de espía a sueldo de Cuba y de México. Mientras tanto Lam, Breton y Mabille asisten a ocho ceremonias vudús – un culto sin embargo prohibido por decreto desde 1935 – también a un bembé (una fiesta de la religión de los loas en honor de Yemaya, con tam-tames, cantos y bailes). El pintor fue fascinado. Encuentra a las posesiones « salvajes » y « prodigiosas », mucho más impresionantes que en Cuba. Breton, por su lado, se muestra mucho más reservado al respeto. Están de vuelta en Cuba a principios de abril para asistir a la inauguración de la primera exposición personal de Lam, en el Lyceum de La Habana, dónde Mabille da una conferencia. A pesar de este reconocimiento, Lam se muestra impaciente de ganar Europa al fin liberada. Pasará solamente dos meses en La Habana. Lejos de su taller, pinta poco aquel año.
Cuba – Nueva York (1946 – 1951)
Descubrimiento de Nueva York y estancia parisina decepcionante (1946)
A finales de junio de 1946, Wifredo hace escala en Nueva York. La ciudad más grande que jamás ha visto, iluminada por una luz cristalina, inmaterial, pero muy pictórica. Anunciado por Breton, es acogido por Marcel Duchamp y Jeanne Raynal que le presentan a Nicolas Calas, Roberto Matta, Isamu Noguchi, Arshile Gorky, Robert Motherwell, Sonia Sekula, David Hare, Gerome Kamrowski, Frederick Kiesler… Un primer contacto bajo el signo de los encuentros y de la amistad. Encuentra al compositor John Cage, un explorador en el campo de la música contemporánea. Embarca el 9 de julio para Europa y llega a París después de 6 años de ausencia. La euforia será breve. Fue sorprendido por el ambiente: encuentra, de un lado, un mundo pictórico dominado por la imposición del « realismo socialista » y, del otro, el agotamiento del surrealismo, considerado como un « idealismo contra-revolucionario ». Si ve de nuevo, con mucho gusto, a Picasso o Breton, éstos no son del mismo borde. Picasso se unió al PCF en 1944. Breton tiene la voz amordazada. En junio, participa a la exposición de la Galería Pierre para ayudar a Antonin Artaud.
Es, sin duda, en esa ocasión que conoce a René Char. El poeta está maravillado por el universo del artista y emocionado de encontrar a este hombre que le aparece refinado y sutil. Comparten hazañas – Lam al lado de los republicanos españoles, Char en la resistencia francesa – y un mismo sentimiento: la necesidad de la acción primando sobre el arte. El pintor vuelve a encontrar con alegría a Césaire, quién le invita calle del Odeón donde se reúnen, cada domingo, Loeb, René Ménil, René Depestre. Encuentra allí a Jean Cassou, conservador en jefe del Museo nacional de Arte moderno. Césaire, el poeta, entró en política, sin renegar su inspiración. Wifredo presenta Michel Leiris al alcalde de Fort-de-France y diputado de la Martinica en los rangos del PC. Lam prefiere escaparse del medio parisino. Se va a pasar una temporada en Cannes, antes de irse a Alemania e Italia para ver cómo quedó Europa, de cada lado del « frente ».
A su vuelta, Asger Jorn se encuentra en París, con un proyecto de revista de arte internacional, que le presenta a Picasso, luego a Pierre Loeb y por fin a Breton, de regreso de los Estados Unidos. Éste se muestra reticente delante de tal proyecto de fusión del surrealismo y del arte abstracto – como Jorn lo entiende, espontáneo y coloreado – en el seno de un nuevo movimiento danés. Breton presenta Jorn a Lam, quién es seducido por este hombre voluntario que luchara toda su vida para una libertad total del arte. Jorn dirá haber sido profundamente marcado por los cuadros del cubano, con el cual comparte también un gusto profundo por la música. Lam prefiere regresar a Cuba y volver a trabajar. En su equipaje trae esculturas africanas – kota, dan, baoulé, bambara, dogon – y un hacha de piedra de Oceanía.
Resplandor desde Cuba (1947 – 1948)
En cuanto Lam vuelve a trabajar en su taller, pinta la serie Canaima. Éste nombre evoca la región sudeste de Venezuela que Carpentier está a punto de recorrer para el periódico El Nacional, pero es ante todo el título de una novela del venezolano Rómulo Gallegos. El autor, quién la escribió durante su exilio en España (1935), describe la selva de su país, los bosques de árboles a caucho, exaltando la causa aborigen. Gallegos será elegido presidente de Venezuela el año siguiente, pero rápidamente destituido por la junta, debido a sus ideas progresistas. Para los amerindios, Canaima es un dios frenético, principio y causa de todo malo que puede aparecer en la sabana. El estilo de Lam se hace más incisivo. Evoluciona hacia el esoterismo, al mismo tiempo que el arte africano o de Oceanía ocupa una posición más grande en su obra. Mientras que Helena hace una escapada sola en Nueva York, en el verano de 1947, y que encuentra a nuevos amigos, Lam prosigue sus creaciones en Cuba. Debe participar a una exposición del otro lado del océano: los surrealistas organizan la primera gran exposición parisina desde 1938. Ésta, está concebida como un camino iniciático. Lam envía una litografía para el catálogo y, para el laberinto, un altar dedicado a la « Cabellera de Falmer », una reliquia extraída de los Cantos de Maldoror (Lautréamont). Lam prepara una exposición personal en la galería Pierre Matisse de Nueva York. También sostiene, de lejos, la movilización de algunos amigos suyos. En París, Césaire y Leiris forman parte del comité de patronato de la nueva revista Presencia africana, fundada por Alioune Diop. Se trata de promover África o más bien las Áfricas (negra, antillana, francófona) y de hacer revivir una cultura forzada al silencio durante mucho tiempo. Signo, para Lam, que el mundo poscolonial está en marcha hacia las independencias. Después de un invierno cubano, Wifredo pasa el verano de 1948 en Nueva York, dónde Helena encontró trabajo y decidió instalarse definitivamente. Son alojados en casa de Jeanne Raynal y Erwin Nuringer. Posiblemente, se interesa por el renacimiento de Edgar Varese, un amigo de Duchamp y de Picasso, que daba entonces conferencias sobre la música del siglo XX. Wifredo y Noguchi visitan a Arshile Gorky el día anterior a su suicidio (21 de julio). Nueva etapa en casa de Tanguy que recibe al pintor y arquitecta Naum Gabo, a Frederick Kiesler y a la artista María Martin que les ha sido presentada por Breton y Duchamp. Es la obra de Lam – expuesta en la galería Pierre Matisse –, que incitará a Pollock a estudiar el arte de los amerindios.
De regreso a Cuba, en noviembre, Lam participa activamente, con otros artistas, a la creación de Agrupación de Pintores y Escultores Cubanos (APEC). Por todas partes dónde trabaja, Lam trata de crear comunidades de artistas. Estos encuentros americanos estimulan al pintor, así como las noticias procedentes de Europa sobre los acontecimientos artísticos. Se entera por Asger Jorn de la creación de CoBrA. Un agrupamiento de artistas nórdicos que preconizan la libertad y la espontaneidad, el internacionalismo y el carácter pluridisciplinar. También es un arte comprometido que se considera social pero que disocia el compromiso político de las búsquedas artísticas… lo que conviene bien a Lam, siempre comprometido pero sin afiliarse jamás a un partido porque no acepta ninguna prohibición. Participa individualmente a las actividades CoBrA. Su producción no es tan abundante en 1949 como en los años anteriores, pero queda impregnada de la cultura oral afrocubana. Conversa con Fernando Ortiz que prepara la primera monografía ilustrada del pintor: Wifredo Lam y su obra vista a través de significados críticos. Un texto importante de Pierre Mabille sobre el génesis de su obra aparece en Magazine of Art. Si la situación política local no evoluciona mucho, el pintor estuvo probablemente atento a la proclamación, el 1ro de octubre, de la República popular de China, después de dos años de guerra civil.
Cerámica y separación (1950)
Separados geográficamente desde dos años, Lam y Helena están a punto de divorciarse. En Cuba, el año 1950 es productivo para el artista: Wifredo se ejercita en la cerámica, en el taller de Santiago de Las Vegas, con Mariano Rodríguez, Amelia Peláez y René Portocarrero. Después de la publicación de la monografía de Ortiz, el gobierno cubano decide concederle al pintor una beca para ir a estudiar el desarrollo del arte moderno en los Estados Unidos, en Francia y en Italia. Lo que le promete algunas estancias en el extranjero. Desde el fin de la guerra, no está quieto. Para él, los viajes son unos caminos exploratorios tan culturales que amistosos. Mientras tanto, se mantiene informado sobre las últimas publicaciones de sus amigos. Lam es marcado por el Discurso sobre el colonialismo de Césaire y por los « Textos antillanos » de Leiris.
Anne Egger
(Traducíon Peggy Bonnet Vergara)
1951 – 1962
Una vida artística nómada
Dictadura y nuevo exilio (1952)
De regreso a La Habana, Lam se preocupa por la evolución política de la isla, después del golpe de Estado fomentado por Batista, el 10 de marzo de 1952, que reinstala la dictadura con el apoyo del ejército. Esto deja presagiar el fin de la Constitución, la proscripción de los partidos políticos, la censura de la prensa, la represión de los opositores y el aumento de la corrupción… Lam prefiere dejar la « república bananera » y vivir en París dónde se instala a finales de agosto y donde se pone de nuevo a trabajar. Prepara una exposición personal en Londres y ilustra los aforismos de René Char reunidos en A la salud de la serpiente. Sigue, de cerca, la fundación de la revista Fases, por el surrealista Édouard Jaguer, Anne Ethuin, Jean-Louis Bédouin, alrededor de Pierre Alechinsky, Corneille, Götz, Max Walter Svanberg. El denominador común de artistas tan diferentes es la práctica del automatismo. El cubano es atraído por este movimiento « sin manifiesto ni teoría hecha » o, más poéticamente, por esta « concepción moderna de la magia ». Su palabra de orden, tomada a Breton, sería: « ¡Toda licencia en arte! ».
En febrero de 1953, Lam es invitado a presentar algunas telas suyas en la galería A la estrella sellada, abierta el año anterior, y cuya dirección artística ha sido confiada a André Breton. La exposición colectiva, dedicada al surrealismo, reúne Ernst, Tanguy, Man Ray, Toyen, Paalen y Lam. Después, Lam encuentra Picasso en Mougins, donde asiste con él a una tauromaquia. De regreso a París, asiste a ciertas reuniones de los surrealistas en el café de la plaza Blanca. Pero sin afiliarse al movimiento. Así como en política, queda siempre independiente. Por otro lado, está presente en las citas dominicales organizadas en Châtillon por los amigos martiniqueses de Césaire, el Dr. Auguste Thésée y su esposa Françoise. Después de una comida criolla, las tardes son dedicadas a discusiones desenfrenadas donde Lam puede entregarse a una de sus otras pasiones: la economía política.
Lam ilustra diferentes obras: El Árbol y el Arma, de Dotremont, al lado de Alechinsky, Hérold y del escultor americano de origen japonés Shinkichi Tajiri y La Muralla de ramitas, de René Char. Realiza la portada de Mapa negra, de François Valorbe, una colección de poemas inspirados por los grandes músicos negros de jazz. Durante el verano, Lam se entera de las últimas noticias de Cuba y de la reacción armada llevada por Fidel Castro contra Batista. Lo que se conoce como el « Movimiento del 26 de julio » fue un fracaso. Castro y sus compañeros, entre ellos Carlos Franqui, son condenados a 15 años de prisión pero purgarán su pena hasta 1955, antes de irse al exilio en México dónde encontrarán a Ernesto Che Guevara. En septiembre, Lam va a Italia para exponer al lado de 12 artistas de la Escuela de París, una manifestación organizada por Christian Zervos. Lam recibe la medalla de oro del Premio Lissone, concedido a los extranjeros, con su obra La Fiancée.
El tiempo de los vagabundeos 1954 – 1961
En enero de 1954, en París, Wifredo conoce al joven escritor y crítico de arte Alain Jouffroy, excluido del movimiento surrealista cuatro años antes. Encuentra también, en el entorno de Fases, al poeta rumano Gherasim Luca, instalado en París desde el 1952 – este amigo de Brauner y de Hérold es un apátrida a la voz profunda que explora el lenguaje con inquietud y exigencia. También encuentra al pintor danés Wilhelm Freddie, en exilio por causa de obras escandalosas. Lam participa por primera vez al X° Salón de Mayo, al cual quedará mucho tiempo fiel. Esta manifestación, imaginada en 1943 para defender el arte moderno y resistir al nazismo y su concepción del arte degenerado –, se celebra regularmente desde 1945. Sus fundadores y organizadores son Gaston Diehl, Jacqueline Selz, Yvon Taillandier.
Jorn lo invita oficialmente, con el ceramista Tullio Mazzotti, a los Encuentros internacionales de escultura y de cerámica que deben celebrarse en agosto de 1954 en Albisola (Italia), una pequeña ciudad balnearia de la costa ligur, cuya tradición con el barro data del Renacimiento. Esos días, dedicados al trabajo en equipo y a la experimentación, son animados por Jorn y Enrico Baj, creadores del « Movimiento internacional para un Bauhaus imaginario ». Son presentes Appel, Corneille, Matta, Sergio Dangelo, Édouard Jaguer… Pero Lam llega tarde, cuando todo el mundo ya se fue. Sin embargo, queda encantado por la región y se promete volver. El viajero infatigable regresa nuevamente a La Habana para preparar una exposición que debe efectuarse en la Universidad. Es presentado a los grandes coleccionistas de Chicago, Edwin y Lindy Bergman que adquieren varios cuadros suyos.
En París, Lam instala su domicilio en la Ciudad universitaria y su taller, no muy lejos, en la Villa Alesia. Se queda cerca de los surrealistas – ilustrando el número 4 de la revista Médium – y en particular de Benjamin Péret quien lo describe como « el brujo africano y el shaman asiático que, si por acaso, se unen en él para prolongarse ». Realiza una serie de grabados para la selección del poeta martiniqués Édouard Glissant: La Tierra inquieta. En mayo de 1955, se va a Caracas para la inauguración de su exposición personal. Fue invitado al Instituto franco-venezolano, donde su director Diehl pronuncia una conferencia sobre su obra, Rimbaud y Lam. También encuentra a Carpentier que vive allí en el exilio. Encuentra al arquitecto Carlos Raúl Villanueva que le encarga un mural. De nuevo en París, a finales de junio, Lam encuentra a la joven artista sueca, Lou Laurin, en la galería del Dragón, durante una exposición de artistas latinoamericanos. En septiembre, se va a Suecia. La Galería Colibrí de Malmö lo invita a participar a la exposición colectiva « Imaginisterna » con artistas cercanos a CoBrA. Toma el tiempo de visitar el país y de ir a Falun para encontrar a Lou Laurin y conocer a su familia.
Lam regresa nuevamente a Caraca, donde bajo la dirección de su amigo Villanueva, que está edificando la Ciudad universitaria, se le confía la realización de una gran fresca para el Jardín botánico. Luego, a principios de 1956, en compañía de Nicole Raul, emprende una expedición a Mato Grosso. El sobrevuelo en avión del Maroni, del Orinoco y del Amazonas le permite descubrir los grandes bosques vírgenes. Viven algunas semanas en un campamento de buscadores de oro y piedras preciosas. Afectado por la « enfermedad verde » (tipo de clorosis), debe regresar a Cuba para curarse. Lam se restablece rápidamente para preparar su exposición en la universidad y realizar el encargo de un gran mosaico para el Centro Médico del Vedado. Se entera por correo de la ruptura de Césaire con el partido comunista. En su Carta a Maurice Thorez del 24 de octubre, el martiniqués manifiesta su desaprobación del sectarismo del PCF que repugna « a comprometerse en la vía de la de-stalinización ». Lam, anti-dogmático, aprueba la reacción de su amigo. Mientras que el pintor está a punto de partir de la isla, Fidel Castro regresa clandestinamente a Cuba con algunos exiliados y se refugia en las montañas de la Sierra Maestra para empezar la guerrilla. El Centro de Bellas Artes de Maracaibo, segunda gran ciudad de Venezuela, presenta una exposición personal de Lam en febrero de 1957. Luego, el Jardín botánico es inaugurado en Caracas en presencia de Wifredo.
Está de vuelta en Europa antes del verano. Pasa los meses de agosto y de septiembre en Italia con Lou Laurin. Van a Milano para encontrar a Brauner, Manzoni, Baj, Roberto Crippa y Fontana. Permanecen algunos días en Venecia, donde el azar los hace encontrar a Elisa Breton, Jean-Jacques Lebel, Bona y André de Mandiargues. El pintor comparte con éste el amor de Italia y cierto interés por lo oculto y la magia. En fin, se van a Albisola para encontrar a Jorn, quién se acercó a Guy Debord. Es la fundación del movimiento Internacional situacionista. En noviembre, Wifredo y Lou despegan hacia México. Desembarcan en México el día de los funerales del muralista Diego Rivera. Lam encuentra a uno de sus antiguos compañeros españoles, Anselmo Carretero, y también a la ex mujer de Péret, Remedios Varo, quien le presenta a Leonora Carrington y al coleccionista Edward Silence. Frecuentan también a numerosos refugiados procastristas por intermedio de su amigo Carlos Franqui, encarcelado y torturado por Batista: entre ellos, el médico Martha Frayde, el sindicalista Lázaro Peña y el compañero de facultad de Castro, Alfredo Guevara. Recorriendo el país, Wifredo se entera de la muerte de su hermana Eloísa. A finales de febrero de 1958, la pareja sale de México hacia Cuba. Wifredo hace descubrir La Habana a su compañera: una ciudad dinámica y festiva, aunque corrupta. Están preocupados por el clima represivo contra la guerrilla castrista. Varios amigos del pintor son detenidos. Encuentra a Mandiargues, de paso en la isla, y conversa con el poeta surrealista cubano José Álvarez Baragaño, que prepara una monografía sobre su obra, antes de decidirse a marcharse de Cuba. Antes de irse, Lam quema algunos grandes lienzos que no lo satisfacían y confía algunas obras a su hermana Augustina. Se entera del nacimiento en París de Stéphane, el hijo que tuvo con Nicole Raul. El 9 de abril, día de la huelga general, Lam y Lou embarcan para Míami y luego para Nueva York, donde se encuentran algunos compañeros suyos como Jesse Fernández, Carlos Rigaudias, Eugenio Granell.
Regresan a Europa y pasan el mes de agosto en Albisola en casa de Crippa, luego en casa de Jorn. Después se van a Rappallo donde Enrico Baj trabaja la cerámica. Wifredo se entusiasma de descubrir un medio libre y amistoso, favorable a la creación y a la emulación artística. En octubre, en Chicago, Lam es elegido miembro de la Graham Fundation for the advanced studies in the Fine Arts. Chicago es entonces una ciudad de coleccionistas: los Neumann o los Maremonts para el arte del siglo XX, Muriel Newmann para el arte americano después de 1945, los Bergman y los Shapiro para el arte surrealista. Apenas de vuelta en Europa, Lam se informa de noticias procedentes de Cuba: los combatientes del « Movimiento del 26 de julio » (como recuerdo del asalto de 1953) cogieron a la ciudad de Santa Clara y están a punto de entrar victoriosos en Santiago de Cuba y La Habana. Batista debe huir. La revolución cubana tan esperada está en marcha, la toma del poder por Fidel Castro, el 8 de enero de 1959, se acompaña de reformas que Lam y sus compatriotas esperaban con impaciencia. No obstante, Lam no regresar a vivir en Cuba, como Alejo Carpentier. En París, frecuenta a Marcel Zerbib, director de la Galería Diderot y editor. El encuentro fortuito, una tarde, con Max Ernst y su esposa Dorothea Tanning da lugar a una ilustración colectiva, con Matta y Hérold, de Palabras pintadas, unos poemas de Alain Bosquet. Lam participa a la Documenta II de Kassel, una manifestación iniciada en 1955 por Arnold Bode, un artista que fue prohibido bajo el régimen nazi. La idea era de reconciliar el público alemán con el arte moderno y de reunir todas las fuerzas vivas de la creación en un espíritu de apertura multicultural, dicho evento se desarrolla, cada cinco años, durante cien días. En este año 1959, más de 1 800 obras de 300 artistas han sido seleccionadas.
Lam es presentado al poeta y crítico de arte Hubert Juin, posiblemente por René Char o por Aimé Césaire, Juin había escrito un libro sobre el Martiniqués en 1956. Lam ilustrara entonces la obra que Juin publicara en 1960: El Viaje del árbol. También realizara litografías que « comentará » a su modo Alain Jouffroy. Después del Salón de Mayo y una exposición en Venecia en junio-julio, Wifredo y Lou pasan el verano en Albisola. Luego se van a los Estados Unidos y se casan en Manhattan el 21 de noviembre de 1960, antes de dirigirse a Chicago, invitados por Lindy y Edwin Bergman. Allí frecuentan a otros coleccionistas como Jory y Joseph Shapiro, Claire Ziesler, Ruth y Leonard Horwich, y al vendedor Richard Feigen. Las conversaciones sobre el arte son probablemente apasionantes y las sobre la situación cubana deben ser sin duda delicadas, debido a las medidas que toma el gobierno americano como ruptura diplomática, embargo sobre los productos cubanos… Wifredo deseaba sostener la orientación internacionalista y antiimperialista preconizada por el régimen revolucionario.
Pintura y vida familiar 1961 – 1962
Después de estos largos meses de ausencia, Wifredo y Lou quedan sorprendidos por el clima que había en Francia, entonces comprometida en la guerra de Argelia. Los extranjeros son mal vistos y el cubano, que soporta mal la discriminación, toma la decisión de compartir su tiempo entre Zúrich y Albisola. Su instalación en Suiza se acompaña de un nuevo interés por el grabado. Realiza algunos grabados para La Extrema Occidental de su amigo Gherasim Luca, con Arp, Brauner, Hérold, Matta, Tanning, y también para la galería Mathieu y La Obra grabada. Lam se interesa por los acontecimientos cubanos: el fracaso del desembarco en la Bahía de Cochinos, sostenido por los Estados Unidos, o la ayuda de la Unión Soviética.
El mismo año es proyectado el documental de Cris Marker, Cuba si, en ocasión al primer aniversario de la revolución cubana, esto retiene la atención del pintor. También es emocionado por el nacimiento, en Copenhague el 24 de mayo, de su hijo Eskil. La familia pasa el verano en Albisola donde alquila una casa, cerca de la de Jorn. Con su amigo, se ejercita en la cerámica.
Anne Egger
(Traducíon Peggy Bonnet Vergara)
1962 – 1977
París Albisola
Arraigamiento e Internacionalización de su arte
El año 1962 es dedicado a los viajes y a las exposiciones. Lam realiza también muchos grabados: para la nueva edición del Espejo de lo maravilloso de Mabille, también ilustrado por Hérold, Matta y Ernst, para Imágenes, un porfolio realizado en casa del impresor milanés Giorgio Upiglio y para la última obra de Carpentier, El Reino de este mundo. Si el fin de la guerra de Argelia es firmado el 18 de marzo, y su independencia declarada en julio, la familia Lam permanece en Zúrich dónde Lou da luz a un segundo hijo, Timour, el 6 de junio. Durante el verano, la familia regresa a Albisola, sitio que cada vez le gusta más a Lam. Los amigos se encuentran cada tarde en los restaurantes Il Cantinone, Mario o Montparnasse… Wifredo prospecta en los alrededores de Albisola, en busca de una casa para comprar. Encuentra finalmente una, en el barrio Bruciati, que necesita algunos trabajos para añadirle un taller y habilitar el jardín en terrazas, donde planta árboles y tótems. Será su vivienda principal durante los próximos veinte años. Los niños y el acceso a la propiedad no lo alejan de los asuntos del mundo; en particular está preocupado por la crisis de los misiles en Cuba que en octubre hace temblar al mundo. Después de tratos, Moscú decide detener la operación contra la promesa de los Estados Unidos de no invadir Cuba. También le afecta la reclusión a perpetuidad de Mandela, el líder de la ANC (Congreso Nacional Africano). Esta condena, por haber predicado la lucha armada contra el Apartheid desde 1948, le parece inicua.
En 1963, Lam recibe una acogida triunfal en Cuba. Su amigo Carlos Franqui, combatiente de la guerrilla, quien dirigió la radio rebelde y el periódico clandestino, es promovido ministro de la Cultura. Invita a Lam a la conmemoración del 1ro de Mayo, en la plaza de la Revolución. Después de cinco años de ausencia, Wifredo es acogido por los suyos y encuentra nuevamente a sus amigos: Edmundo Desnoes, entonces redactor en jefe de Revolución y del suplemento Lunes de Revolución, quien redacta un ensayo sobre el pintor (Lam, azul y negro), el arquitecto Ricardo Porro que escribirá el texto de su exposición en la Biblioteca Nacional José Martí, Nicolás Guillén, Lilian y Alejo Carpentier, Odilio Urfé y Alain Jouffroy, de paso por la isla. En cambio, las obras que había dejado han sido nacionalizadas e integradas en las colecciones del Museo de Bellas Artes. Se entera también de la desaparición de su biblioteca. El 1ro de mayo, es presentado como un héroe y es promovido « pintor nacional ».
Lam regresa a Albisola durante el verano para asistir al festival anual de cerámica. Estaban presentes Jorn, Fontana, también los escultores Agenore Fabbri y Aligi Sassu, la artista polaca María Papa Rostkowska y su compañero, el crítico de arte San Lazzaro, fundador en París el año precedente de la galería y de la revista Siglo XX que publica la litografía en color de Lam, Afinidades ambiguas. Wifredo se mete y crea un mosaico a lo largo del puerto en respuesta a un encargo colectivo hecho a una treintena de pintores locales mayormente italianos. Mientras tanto sus obras grabadas son expuestas en la galería Pescetto que abre sus puertas aquel año. En el otoño la familia Lam se instala en París, calle de la Convención, en el XVto distrito. La escolarización de los niños motivó esta elección. Lam va y viene una vez por mes entre Albisola y París.
En enero de 1964, Lam se encuentra en Nueva York para recibir el Guggenheim international Award. Las obras premiadas son integradas en una exposición itinerante. Recibe, poco después, en Italia, el premio Marzotto. En París, Lou y Wifredo frecuentan a Joyce y Samir Mansour que les hacen descubrir su magnífica colección de arte egipcio; al pintor chileno Enrique Zañartu, cuyas obras fueron muchas veces expuestas en la galería del Dragón; y al artista islandés Erro, instalado en París desde 1958. Entre el principio de la guerra de Vietnam y el premio Nobel de la Paz recibido por Martin Luther King, Wifredo es conmovido por la muerte a principios del mes de mayo de Pierre Loeb. Quien fue el primer galerista que expuso sus obras en París veinticinco años antes. Después del verano pasado en Albisola, en compañía de Gherasim Luca, Wifredo y Lou encuentran a Zette y Michel Leiris en Venecia. Asisten a la primera representación de La Tragedia del rey Christophe, programada en la Fenice, una obra de teatro escrita por Aimé Césaire, inspirada de la historia verdadera de Henry Christophe y del combate de Haití, primera colonia que ganó su independencia y que instauró una república al fin del siglo XVIII. Un tema notable en plena época de descolonización. Lam es sensible a este discurso contra los totalitarismos post-revolucionarios del siglo XX. El 18 de diciembre de 1964, Lam participa a una especie de happening, plaza de la Contrescarpe, con Alechinsky, Matta, Adami, Arroyo, J.-J. Lebel, Rotella… Allí, 13 telas son quemadas por un vendedor de arte italiano, Ivanohe Trivulzio, después de haber sido foto-litografiadas. Un alegato para un arte accesible a todos.
A principios de 1965, Wifredo ilustra el poema atormentado de Gherasim Luca, Apostrop’ Apocalypse. Es, sin duda, invitado por Leiris a la exposición de Las obras maestras del Museo del Hombre, antes de asistir con Lou, el 12 de mayo, a La Tragedia del rey Christophe, en el Odeón. Están presentes a la primera representación, Zette y Michel Leiris, Lilian y Alejo Carpentier, Picasso, Giacometti y Alioune Diop. Después del verano pasado en familia en Estocolmo y Falun, Lam y Lou van a Saché, invitados por Alexander Calder, donde encuentran al principal coleccionista norteamericano del escultor: Leonardo Horwich. Calder, que descubrió la región del sur de Tours diez años antes, acaba de hacer construir un gran taller luminoso en plena naturaleza. Wifredo realiza grabados para la revista Fases, para la obra Palabras Pintadas II y realiza aguafuertes para Hojas dispersas de René Crevel, una edición de este libro de memorias escritas entre 1923 y 1934 e ilustrado por artistas surrealistas. Por otro lado, participa a la Xma exposición internacional del surrealismo, La Desviación absoluta. Despega para Cuba, el día siguiente de Navidad de 1965 donde fue invitado, por segunda vez, por Carlos Franqui. Son previstos una exposición personal, un encargo gubernamental y la visita del país. Para agradecer al pintor, Cuba edita un sello reproduciendo su obra Composición, que pertenece al Museo de Bellas Artes de La Habana. Lam ejecuta El Tercer Mundo para el Palacio presidencial, una pintura en homenaje a la revolución cubana. Es también el tema de una película de Manuel Lamar, inédita durante mucho tiempo. A esta ocasión, encuentra a Fidel Castro. Durante sus tiempos libres, ve a su hermana Augustina.
Para regresar, viajan con la compañía soviética Aeroflot que estableció una línea directa La Habana-Moscú, vía Múrmansk. Aprovechan de eso para visitar Moscú. Siguen otros viajes para asistir a las inauguraciones de sus exposiciones personales. Son editadas diferentes colecciones poéticas de sus amigos, ilustradas por Lam: La Antecámara de la naturaleza de Alain Jouffroy, Limpieza del lobo del joven poeta Dominique Fourcade que dedicó su libro a René Char o El Teatro y los dioses de Antonin Artaud. Después de algunos días pasados en Mougins, en la masía Nuestra-Señora-de-Vida, para ver a Picasso, ganan a Albisola. Pero el espíritu de trabajo y de fiesta se difumina rápidamente. Lam y Lou regresan de nuevo para París para asistir, con Leiris y Duchamp, al entierro de André Breton, fallecido el 28 de septiembre. Lam busca consuelo en Carpentier, nombrado consejero cultural de Cuba en París. Invita a cenar el escritor británico Graham Greene, quien escribió una novela de espionaje, llena de malicia y cuya acción se sitúa en Cuba poco antes de la Revolución. La acción de su última obra publicada, Los Comediantes, se desarrolla en Haití. Un relato implacable y humorístico contra el régimen del dictador Duvallier, Papá Doc, y sus esbirros, los tíos macoutes. Wifredo recibe a menudo a sus amigos en su casa, porque a este excelente cocinero le gusta preparar platos cubanos sazonados y frijoles negros. El 19 de noviembre se abre una importante retrospectiva Picasso, en el Gran y Pequeño Palacio (más de 1 000 obras son expuestas). Un acontecimiento que Lam no faltaría por nada del mundo.
El año 1967 se abre sobre retrospectivas importantes – Amsterdam, Bruselas y Estocolmo – a las cuales asiste el pintor. A su vuelta, se acerca a su amigo Leiris, quién está publicando África negra, la creación artística (en la colección « El Universo de las formas », Gallimard), un libro dedicado al « poeta Aimé Césaire, portavoz del mundo negro », y quién participa a la exposición Artes primitivas, en los talleres de artistas, del Museo del Hombre. Lam participa al XXIII Salón de Mayo en París, para el cual dibuja también el cartel de la manifestación. Poco después, le es pedido organizar el transporte de esta exposición hasta Cuba. Fidel Castro busca la legitimidad internacional vía el apoyo de los intelectuales de izquierda del mundo entero. Es la primera vez que una exposición de arte contemporáneo se celebrará en un país socialista. Lam trabaja en este proyecto durante meses, con Carlos Franqui, Jacqueline Selz e Yvon Taillandier. Una centena de artistas seleccionados por Wifredo y Lou son invitados por el gobierno cubano.
La familia Lam despega hacia Cuba a finales de junio. En Cuba, el Salón de Mayo se celebra, en La Habana, del 30 de julio al 7 de septiembre, y luego en Santiago de Cuba, en septiembre-octubre. En la pista de aterrizaje, Lam acoge a los recién llegados: Zette y Michel Leiris, Camacho, Cárdenas, José Pierre, Zimbacca, Jean Schuster, Appel, César, Corneille, Erro, Elde, Hundertwasser, Pignon, Poliakoff, Vasarely, Monory, Rebeyrolle, Adami, Alechinsky, Arman, Penrose, Jouffroy, Luca, Nadeau… La pintura mural, Cuba colectiva, es realizada los 19 y 20 de julio. Es la ocasión de una gran fiesta popular, una especie de happening del arte contemporáneo, donde se unen todas las artes, surrealismo, nueva figuración, letrismo, situacionnismo, CoBrA, nuevo realismo, pop arte, op’ arte, action painting… Prueba que Cuba no rechaza el arte abstracto. Se trata de una obra en espiral total, con un dibujo totémico de Lam en el centro. Leiris, quien participa también, firma « Recuerdos a Cuba, la rosa de los trópicos y de la revolución ». Escribirá también: « Lam y Franqui han guardado ambos el lado guerrillero que es, por cierto, el estilo de este país comunista, pero fuertemente marcado por las tradiciones románticas y libertarias que son lo propio del anarquismo. »
Antes de dejar Cuba, Lam y Leiris son encargados por Carlos Franqui de constituir la delegación francesa para el Congreso de los Intelectuales que se efectuará en La Habana a principios de 1968. La « llamada » es probablemente redactada por ellos. A su vuelta en Francia, Lam firmará también la octavilla surrealista « Para Cuba » el 14 de noviembre de 1967 (publicado en El Archibras, n°3, marzo de 1968). Mientras tanto, el mundo se enteró del asesinato del Che en Bolivia. Una de sus citaciones marcó al pintor: « El esqueleto de nuestra libertad plena está listo. Le faltan sólo su sustancia y su ropa: las crearemos. » Sin poder desplazarse, Lam está presente en tres de los 90 pabellones de la Exposición internacional de Montreal, cuyo tema es « Tierra de los hombres ». Una representación simbólica de su obra. Lam regresa a Cuba a finales de diciembre en compañía de Leiris, Césaire, Jorn, Naville, Max-Pol Fouchet, Georges Limbour, Joyce Mansour, Matta, Jouffroy, René Louis des Forêts, Dionys Mascolo, Duras, Alechinsky, Édouard Pignon, Jean Schuster, Mauricio Nadeau… Fueron alojados en el hotel Habana Libre. Hasta el principio del Congreso, asisten a espectáculos, reuniones, ceremonias, excursiones y a los discursos de Fidel Castro. El 4 de enero de 1968 se abre el Congreso cultural de la Habana, donde son reunidos cerca de 400 intelectuales del mundo entero. El objetivo es debatir sobre los problemas de la cultura en los países subdesarrollados (Asia, África y América latina). Se favorece la libertad de expresión. Cinco comisiones se reúnen, seguidas, en la tarde por conciertos o ballets. Todos los participantes firman la « Llamada de La Habana » contra el imperialismo de los Estados Unidos. A la clausura del Congreso, Lam se va a Sagua la Grande con sus amigos Michel Leiris, el escritor Max-Pol Fouchet, iniciador de la película El Arte en Cuba realizada por Gérard Pignol, Claude Couffon, profesor de literatura española y latinoamericana, traductor de Lorca, Hernández o Asturias, y biógrafo de Nicolás Guillén, los cuales descubren la ciudad natal del pintor.
Después del episodio cubano, Lam es el tema central de la película de Peter Malchus Der Maler Lam, filmada en París para la televisión alemana. Mientras, participa a numerosas exposiciones, como Tótems y tabús, en el Museo de Arte moderno de la ciudad de París, con Lam, Matta y Penalba, abreviada por los acontecimientos parisinos… Para anunciar el Salón de Mayo, es la obra colectiva realizada en Cuba que es reproducida en los carteles. El regreso a Albisola es saludable para el pintor. Lam trabaja con empeño. Recibe o encuentra a muchas personalidades como el ceramista Tullio Mazotti, el poeta Salvatore Quasimodo, premio Nobel de literatura en 1959, Lucio Fontana, Mario Di Micheli, escritor y crítico de arte…
En 1969, Wifredo acepta ilustrar los poemas de Césaire pero el álbum necesitará más de diez años en concretizarse. Antes del nacimiento de un nuevo niño, Jonas, nacido el 2 de mayo, toda la familia se muda al bulevar de Beauséjour (siempre en el XVto distrito). El pintor viaja mucho para participar a diferentes exposiciones, lo que le permite hacer encuentros notables, frecuentar conciertos y apasionarse por el cine. Cuando no viaja, abandona los suyos para unas largas estancias en solitario en Albisola. Durante el año 1970, muy productivo, pinta más de una centena de telas, entre las cuales Los Abalochas bailan para Dhambala, dios de la unidad, una tela muy grande (2,13 x 2,44 m). Ilustra diferentes obras: la revista Opus Internacional n°19-20; Diálogos de mis lámparas del poeta haitiano Magloire-Saint-Aude; El Circulo de piedra de Carlos Franqui, 15 poemas también ilustrados por Erro, Jorn, Kowalski, Miró, Pignon, Rebeyrolle, Tapiès, Vedova, Cárdenas, Calder y Camacho. Entre las numerosas exposiciones que se efectúan a lo largo del año, Lam va a la VIIIa bienal de Mentón (1ro de julio – 15 de septiembre) para la cual dibujó el cartel dedicado a los artistas latinoamericanos. En octubre es inaugurada, en Milano, La Porcellena di Wifredo Lam, presentando un servicio de platos, mandados y fabricados por Pietro Ruggero de la Didone Ceramice. Una de las primeras monografías importante escrita por su amigo Michel Leiris es publicada en Milano, en italiano. Un viaje en familia lo hace visitar Egipto.
En 1971, cuando se prepara el proyecto conmemorando el 30mo aniversario del American Rescue commitee, Wifredo no falta en participar. Le está agradecido a Varian Fry, el hombre que dirigió aquel Comité durante la Ocupación y que le permitió irse de Francia. Se recuerda también de esta época cuando se entera de la muerte, el 6 de abril, del compositor Igor Stravinsky, encontrado en Cuba durante la guerra. En Albisola, Lam crea varias esculturas. ¡Es una manera de reanudar con su primer impulso de artista, datando de 1918, en La Habana! Varias obras son dedicadas a Lam en 1971, entre las cuales la película Wifredo Lam: la búsqueda del punto supremo, de Daniel Lecomte.
Después de una exposición de sus esculturas en París, en 1972, Lam asiste con Leiris a la inauguración del Museo nacional de las Artes y Tradiciones populares. Este « Louvre del pueblo » ha sido creado por su amigo Georges-Henri Rivière. Abierta a partir del 11 de junio, la 36ma Bienal de Venecia, dedica una sala entera a la pintura de Lam que es muy bien acogida por la prensa. El periodista Gianni Cavazzini lo coloca, al lado de Alechinsky, entre los mejores artistas del año. Wifredo ilustra diferentes obras de sus amigos: grabados para Crucero Negro, un poema de André Pieyre de Mandiargues, dibujos acompañando el texto de Leiris « Para Wifredo » publicado en el periódico Efímero. Un poema de Lam, « Luz », es reproducido en el libro que le dedica Alain Jouffroy, Lam, la conquista de la unidad perdida.
Mientras que se anuncia, en enero de 1973, el fin de la guerra de Vietnam, Lam realiza 6 litografías para los poemas de Dominique Agori, La Mirada vertical, antes de dibujar el frontispicio de El Incendio de José Herrera Petere. En El Maravillado maravilloso, Lam ilustra un poema de René Char. También participa a dos portafolios colectivos en homenaje a Miró y a Picasso, quién acaba de morir. Muy entristecido por esta noticia, y agradecido al pintor que lo acogió con tanto cariño en 1938, le dedica el texto « Mi amistad con Picasso » publicado en el periódico La Humanidad. Otra desaparición afecta mucho al cubano cuando Jorn muere en el hospital de Aarhus, en Dinamarca, el 1ro de mayo. En camino hacia Albisola, visita en el Palacio de los Papas, en Aviñón, la exposición Picasso. De nuevo en su taller, Lam pinta más de 250 cuadros. Un trabajo intenso, solamente interrumpido por el documental rodado sobre su vida y obra, Wifredo Lam: Ett konstnärs porträtt, realizado por Barbro y Günes Karabuda para la radio-televisión sueca. Jamás había producido tanto. Otras noticias preocupan al pintor. Todo el mundo es consternado por el golpe de Estado de Pinochet, el 11 de septiembre, destituyendo al presidente Salvador Allende en puesto desde 1970. Poco después muere Neruda, el 23 de septiembre, en una clínica de Santiago; la casa del poeta ha sido saqueada y sus libros quemados. Lam participa a un proyecto de ayuda a las víctimas del golpe militar chileno, con una serigrafía que acompaña el álbum Chile 11 de septiembre – 11 latinoamericanos, publicado por el Comité Francia-América latina. Lam ve el documental Le hablamos de Chile de Chris Marker en el cual Salvador Allende es interrogado por Régis Debray. También es filmada, en casa de Lam, La Embajada, del mismo realizador. Para cambiarse las ideas, la familia pasa las vacaciones de Navidad en la India.
El pintor es nuevamente el tema de una película, Lam o el grafismo animado, realizada por Mario Carbone en 1974 que se desarrolla en su casa de Albisola y en el taller milanés de Giorgio Upiglio. Crea litografías para El fuego verde que son editadas en Italia. En París, ejecuta litografías para Pleni Luna de José Pierre y Ragnar von Holten. Si pinta mucho, más de una centena de telas y expone tanto, pasa vacaciones escolares en familia, organizando un viaje en el Cabo Norte durante el verano y una estancia en la India para Navidad, con familia y amigos. Lam apenas suelta su cámara. Dos sitios lo seducen: Benarés y Mahabalipuram (India del Sur), en la costa al norte de Pondicherry, donde se elevan los vestigios de santuarios dedicados a Shiva y a Visnú, datados del siglo VII.
Pasión por la cerámica (1975)
Un libro sobre sus dibujos es editado en 1975, prologado por Philippe Soupault, que habla de sus obras como de « mediaciones sobre relámpagos ». El pintor se compromete en una nueva aventura que le interesa muchísimo: el álbum El nuevo Nuevo Mundo de Lam, prologado por Jouffroy. Un libro muy lindo en negro y blanco, para el cual escogió las ilustraciones, las fotos y los extractos de textos. Redacta algunos textos de recuerdos dispersos para esta obra muy personal. Después de una estancia familiar en Grecia, durante las vacaciones de Pascua, Lam regresa a Albisola. Abandona su caballete por el taller San Giorgio. Se dedica intensamente a la cerámica, una técnica que lo seduce por « la libertad creadora del arte ». Así adquiere el gesto antiguo y creativo del hombre que mezcla la tierra y el fuego. Realizará más de 300 piezas que serán rápidamente expuestas en el museo de la Cerámica de Albisola. Gianna Lombardi, de la televisión italo-suiza, realiza un documental filmado en las salas del museo y en su taller. Durante el verano, Wifredo toma el tiempo de acoger a Max-Pol Fouchet para seguir con él sus conversaciones, que darán lugar a una monografía importante. La familia Lam se va a la India por tercera vez.
La producción gráfica de Lam es importante. Aparecen en 1976 diferentes obras ilustradas por él como Contra una casa seca y De la Sagrada Familia al derecho a la pereza de René Char, El Último Viaje del buque fantasma, una novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez. Exposiciones colectivas y personales se suceden. La Galería Albert Loeb presenta sus cuadros, acompañados por objetos africanos y de Oceanía. En París, Lam participa a los domingos de Châtillon, donde ve a Césaire o frecuenta la embajada de Cuba, donde se reúne con Carpentier y sus invitados. Es también un gran año de monografías y publicaciones internacionales. Los escritores son Sebastià Gasch, Pierre Gaudibert, Max-Pol Fouchet o Wieland Schmied. Pero es también para él un año sombrío que ve desaparecer amigos suyos como Ernst, Man Ray y Calder.
Las vacaciones de Pascua de 1977 conducen a la familia Lam y a sus amigos a Kenia. Esto podría ser para Lam el descubrimiento de África negra. Pero según el pintor, es más bien África « turística » que « original » que visita en ese entonces. Es convidado a venir a Cuba en junio, el Museo de Bellas Artes presenta sus litografías más recientes. Encuentra allí a Gabriel García Márquez, para el cual acaba de ilustrar una novela, y a su viejo amigo René Portocarrero. El realizador Humberto Solas empieza un documental sobre la vida de Lam para la televisión cubana. La inauguración de Museo de arte moderno, centro Georges-Pompidou, lo hace regresar a París. Es invitado a participar a dos exposiciones: 100 obras nuevas 1974-1976, luego París-Nueva York. España lo invita también: Alicante, Madrid, Barcelona le dedican exposiciones personales. ¡Después de la muerte de Franco, dos años antes, acepta por fin permanecer más tiempo en el país por el cual luchó!
Anne Egger
(Traducíon Peggy Bonnet Vergara)
1977 – 1982
Resiliencia y reflexiones
Años activos pero nostálgicos
1978 es un año animado. Exposiciones importantes son anunciadas: Bruselas, Londres (Dada and surrealism Reviewed), Viena (Surrealismus aus der Sammlung: The Museum of Modern Art, N.Y.), Turín. Lam regresa a Albisola después de sus inauguraciones. En agosto, trabaja en el taller de Giorgio Upiglio, en Milano. Un ataque cerebral lo abate de pronto. Hospitalizado varios meses en Milano, luego en Santo-Gall, Lam no puede asistir a las retrospectivas de su obra en Dinamarca y Noruega. Sale del paso, paralizado a la mitad y clavado en una silla de ruedas. A pesar de esto asiste en México a la exposición Wifredo Lam, colección del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, Cuba, y a la manifestación Expresión afrocubana organizada en Nanterre en 1979. Su obra La Jungla es presentada en el centro Georges-Pompidou durante dos meses. Lam participa también a la exposición colectiva que celebra el 20mo aniversario de la revolución cubana en el palacio de la Unesco. En abril, rinde homenaje a su amigo desaparecido Pierre Loeb, participando a la exposición La Aventura de Pierre Loeb, la Galería Pierre, París 1924-1964. Su amigo Alain Jouffroy le dedica un número especial de la revista Siglo XX, a la cual participan todos los amigos del pintor. A pesar de su minusvalía, Wifredo no deja de crear dibujos, grabados, cerámicas y esculturas.
Pero no soporta de sentirse disminuir. Lo que engendra en él una gran nostalgia del país natal al mismo tiempo que cierta forma de repliegue. Desde entonces, pasa varios meses al año en Cuba. Va a La Habana en abril 1980 para seguir un tratamiento en el hospital Frank-País. Es entrevistado por el realizador Humberto Solas que continúa su película sobre el artista. Es allá dónde se entera del fallecimiento en París, el 24 de abril, de Alejo Carpentier. Desaparición cruel de un compatriota y uno de los últimos testigos de sus jóvenes años. Carpentier, según su última voluntad, es enterrado en Cuba el 28 de abril. Lam puede por lo menos rendirle homenaje. Después de lo cual, Wifredo vuelve a Europa para pasar el verano en París. Regresa a Cuba dos meses en el curso del invierno de 1981. Durante esta estancia, conversa con Antonio Núñez Jiménez, quien comienza a escribir una biografía del pintor. Está de regreso a París para participar a la exposición París-París 1937-1957, en el centro Georges-Pompidou. Poco tiempo después, participa al coloquio dedicado a Picasso en el palacio de la Unesco. Este mismo año, tres distinciones le son otorgadas: Francia lo nombra Comendador del orden de las Artes y las Letras; Cuba le concede el Orden Felix-Varela de Primer Grado y es gratificado con la Orden de combatiente internacional para su participación a la guerra civil española.
Siempre activo Lam realiza, en 1982, seis grabados para ilustrar La Hierba bajo los adoquines, una colección de cinco novelas escritas por Jean-Dominique Rey, el comparsa de Alain Jouffroy desde el liceo. Pero la última intervención de Lam consistirá en terminar Anunciación, unas aguafuertes acompañando los poemas de su amigo Césaire. Un encargo que data desde 1969. En junio, se abre, en la galería Pierre Matisse de Nueva York, una exposición de sus obras realizadas entre 1942-1951. A pesar de su fidelidad a esa galería desde hace 40 años, Lam no puede ir. Después del verano pasado en Albisola, vuelve a París dónde fallece el 11 de septiembre. Es incinerado en el Père-Lachaise y su familia, respetando su voluntad, va a Cuba para devolver sus cenizas a su suelo natal. A partir del 20 de octubre, comienza en Madrid – la primera ciudad donde vivió llegando a Europa – una exposición Homenaje a Wifredo Lam 1902-1982. Luego es presentada en Bruselas y en París. Funerales nacionales son organizados el 8 de diciembre de 1982 en La Habana, durante los cuales Lou, en presencia de Fidel Castro, deposita las cenizas de Wifredo en el cementerio Colón.
Anne Egger
(Traducíon Peggy Bonnet Vergara)












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